25.10.06

Una ciudad que se autodestruye









Me gustaba caminar por aquí. Lo hacía siempre que pasaba por fuera de la "misteriosa" Iglesia de San Isidro. Después seguía por Santa Victoria y justo al frente de esa cosa de carabirneros y los desaparecidos talleres de imagenes religiosas de la Familia Fazzini. Estaba esta casa grande y antigua con harta vida, como de pensionistas y ahora último de pensionistas peruanos. Sábado en la tarde, una pichanga improvisada, señoras vestidas de coloridas "pintoras" con una taza de té en la mano o "Mote con huesillo" unos caballeros fumando apoyados en la muralla, niñitas jugando con muñecas calvas, brisa suave y una melodía de radio y/o televisor prendido. Ahora ya no hay nada.

1 comentario:

Anónimo dijo...

esa mirada de santiago me da nostalgia,