¡Ay dolor, dolor, dolor,
por mi hijo y mi Señor!
Yo soy aquella María
del linaje de David:
¡Oíd, hermano, oíd
la gran desventura mía!
que el Señor era conmigo,
y me dejó sin abrigo
más amarga que la hiel.
Díjome que era bendita
entre todas las nacidas,
y soy de las doloridas
la más triste y afligida.
por la vía mundanal,
decidme si visto habéis
igual dolor que mi mal.
padres, hijos y maridos,
ayudadme con mis gemidos,
si es que mejor no podéis.
alegres y atribulados,
por lavar los pecados
mataron a un Inocente.
¡Mataron a mi Señor,
mi redentor verdadero!
¡Cuitada!, ¿cómo no muero
con tan extremo dolor?
déjame llorar contigo,
pues muere Dios y mi amigo,
y muerta esta mi alegría.
2 comentarios:
Señora, pues de razón
conviene que lo sepáis,
es menester que tengáis
un muy fuerte corazón,
y vamos, vamos al huerto,
do veredes sepultado
vuestro fijo muy preciado
de muy cruda muerte muerto.
Gómez Manrique, 1398-1458
Y, pues os dejan sin Hijo,
dejadme ser hijo vuestro.
¡Tendréis mucho más que amar,
aunque os amen mucho menos!
Publicar un comentario