15.4.06





¡Ay dolor, dolor, dolor,
por mi hijo y mi Señor!

Yo soy aquella María
del linaje de David:
¡Oíd, hermano, oíd
la gran desventura mía!


A mí me dijo Gabriel
que el Señor era conmigo,
y me dejó sin abrigo
más amarga que la hiel.
Díjome que era bendita
entre todas las nacidas,
y soy de las doloridas
la más triste y afligida.

Decid, hombres que corréis

por la vía mundanal,

decidme si visto habéis

igual dolor que mi mal.

Y vosotras que tenéis
padres, hijos y maridos,
ayudadme con mis gemidos,
si es que mejor no podéis.

Llore conmigo la gente,
alegres y atribulados,
por lavar los pecados
mataron a un Inocente.
¡Mataron a mi Señor,
mi redentor verdadero!
¡Cuitada!, ¿cómo no muero
con tan extremo dolor?
Señora, santa María,
déjame llorar contigo,
pues muere Dios y mi amigo,
y muerta esta mi alegría.

2 comentarios:

m. dijo...

Señora, pues de razón
conviene que lo sepáis,
es menester que tengáis
un muy fuerte corazón,
y vamos, vamos al huerto,
do veredes sepultado
vuestro fijo muy preciado
de muy cruda muerte muerto.

Gómez Manrique, 1398-1458

Peregrino dijo...

Y, pues os dejan sin Hijo,
dejadme ser hijo vuestro.
¡Tendréis mucho más que amar,
aunque os amen mucho menos!