15.6.10

Mes del Sagrado Corazón de Jesús Por el Padre Rodolfo Vergara Antúnez, 1895.


Mes del Sagrado Corazón de Jesús
Por el Padre Rodolfo Vergara Antúnez, 1895.
Oración con que se comenzará los ejercicios de cada día del Mes
Adorable Corazón de Jesús, trono de misericordias y manantial inagotable de gracias, dígnate aceptar los homenajes de amor y de agradecimiento que traemos al pie de tu altar durante la serie de bellos días consagrados a tu gloria y a tu culto. Obedientes a la dulce voz de tu Corazón, venimo0s a ofrecerte el débil tributo de nuestros consuelos para hacerte olvidar la ingratitud incomprensible con que tantos pecadores corresponden a la inmensidad de tus beneficios. La voz de nuestras alabanzas subirá cada día a las alturas de tu trono para apagar el eco de las blasfemias con que te ultrajan tantas almas rescatadas con tu sangre preciosa. Y nuestros corazones, profundamente conmovidos por la amargura de tus quejas, vienen aquí a protestarte que te aman y te amarán mientras les concedas la vida, con toda la efusión y la ternura de que son capaces. Queremos reparar las ofensas que recibes continuamente de los infieles que no tienen la dicha de conocerte, de los herejes que tienen la desgracia de negarte y de los impíos que tienen la desgracia de hacerte implacable guerra. Nosotros hemos sido, es verdad, del número de los ingratos que te ofenden; pero sinceramente arrepentidos de nuestros pasados extravíos, acepta, ¡oh Corazón misericordioso! Las reparaciones que os ofrecen nuestros dolores y nuestras lágrimas; acógenos como el pródigo en tus brazos paternales y haznos gustar las dulzuras de tu amor.
Quisiéramos que todos los corazones se reuniesen para amarte y que todos lo labios se abriesen para bendecirte en un solo cántico de reconocimiento y alabanza. Quisiéramos traer a tus pies todo lo que hay de grande y hermoso en el cielo y en la tierra, y que todas las criaturas salidas de tu mano omnipotente se unieran a nosotros para ensalzar tus grandezas y celebrar tus obras de bondad y de misericordia. Pero ya que esto no es posible, recibe, Señor, como débil expresión de nuestro amor, las flores con que adornamos tu imagen, las luces con que iluminamos el trono de tu gloria y los cánticos de gratitud que cada día modulan nuestros labios. No mires la pobreza de nuestras ofrendas, sino el amor con que te la presentamos; y en cambio, abre en este Mes bendito los tesoros de tus gracias y derrámalas sobre tus amantes hijos, que atraídos por el encanto de tu Corazón y congregados en torno de tu altar, quieren glorificarte en estos santos días, para merecer la dicha de amarte eternamente en el cielo. Amén.

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