26.5.07

del buen humor...



"Pipe", como lo llamaban sus amigos, mantenía una relación especialmente íntima con el Espíritu Santo. Una vez mientras oraba, fue invadido por un éxtasis tan fervorosamente que ardía en su interior se descubrió el pecho. Pronto empezó a tiritar por todo el cuerpo y al poner la mano en el corazón sintió sobre éste una hinchazón del tamaño de un uño que ya no le abandonó, Sin embargo, no sentía dolor. Más tarde, cada vez que le invadía el temblor, la silla en donde estaba sentado o en el reclinatorio en el que estaba era violentamente agitados, como si dos manos invisibles los estuvieran moviendo. Su confesor intentaba persuadirlo para que pusiera sus aptitudes al servicio del sacerdocio. Poco antes de recibir las órdenes, se le apareció Juan Bautista, hecho que lo llevó a temblar de agitación. De ahí reconoció que no debía resistirse.

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